lunes, 21 de febrero de 2011

Para vos, Roberto...


La solemnidad de
      este fin de tarde
De nieve y premonitoria
      penumbra
calma mi espíritu

También
anuncia la inevitable noche
      con la danza arcana
de nuestra abuela Luna (Mama Paxsi)
y determina
      paradójica y cósmica
la salida del nuevo sol (Tayta Inti)

Un amanecer prístino
y siempre fugitivo
huyendo desde que
      se llega a la vida.

Un pasaje breve,
que tiene como objeto inequívoco
      destinarnos a la semilla;
desde que nos abrimos
a estos pasajeros y huidizos tránsitos.


Los segundos se desatan incontenibles
y siento tu presencia profunda
hermano,
en el círculo pesado de mi vida.

Hermano, sí.
Compañero, claro!
Roberto
Roberto Miranda
Tito Rana Ronron
Activista y albor
sindicalista, padre
revolucionario, esposo
compañero, compañero
maestro, humilde humano
guía, proletario
activista, hermano,

Son sólo algunos de los roles
con los que cruzaste nuestras vidas
son las relaciones
      mediante las cuales
nos enseñaste, nos guiaste,
nos mostraste el camino de sonrisas y lucha.
Son las enormes vidas que viviste,
      sólo algunas…

Ahora que,
      en el umbral cíclico,
de las vidas,
te preparas con curioso coraje
      con tierna certidumbre
      pleno de elocuentes silencios
tu gran espíritu
ya resplandece humilde y diáfano
      ¡Gran Maestro!

Marchas,
guatemalteco rubicundo,
a cotejar los ciclos aprendidos
en la danza mágica y arcana
de tu espíritu
en los nuestros.

La tarde hace un alto
      en su desaforado develarse
y me permite
mirarte con el corazón.
Te palpito vital, necesario y alegre,
      Claro y elocuente.

Mientras que tu lozano espíritu
de colibrí y quetzal,
      indoblegable y estoico hasta el llanto,
se me fija en la vida,
      móvil,
      siempre móvil,
      fluyendo incontenible
      en la danza primordial
      de nuestros ancestros
      y aquellas y aquellos que nos siguen

Roberto, hermano
te plantas sólido y hermoso
como anuncio anticipado
de mi propio fin de ciclo.

Eres mi espejo
mi vía paralela y complementaria
inevitable y consuetudinario.

Sí, ya lo se
Nunca necesitamos decírnoslo o callárnoslo
que son dos formas opuestas y complementarias
de anunciarme
mi propia humanidad,
desde la luz inicial
de la tuya propia.

Se que estarás justo ahí
      donde te necesito
cuando, como vos,
      lúdico y solemne
me toque buscarte
para que me guíes, otra vez,
por las diáfanas luces acumuladas.


Mientras,
en el interludio forzado
de mi espera,

¿Qué hago
      con tu alegría rotunda?
      ¿con la memoria de tu cuerpo dolido?
¿Cómo entiendo
      tu estampa de héroe fortuito?
¿Cómo interpreto
      tu incontenible calma,
      que es continua presencia?
¿Cómo hago ahora para entender
      tu mirada pulcra y escrupulosa?

Todo
se desliza en la tarde, esta tarde.
La nieve ajena
que cae irredenta, forastera,
me lleva mágica a sostenerte en mi alma
compañero hermano,
hermano compañero.

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